viernes, 17 de mayo de 2013

La escultura desarrolló dos temas favoritos: la representación de los dioses y la de los hombres. Las técnicas y los gustos evolucionaron desde el período arcaico al helenístico y llegaron a alcanzar un dominio absoluto de la expresión con una técnica naturalista perfecta. Aunque en los tiempos más antiguos las esculturas eran toscas y rígidas (kuros y korés), poco a pos los artistas griegos consiguieron representar la proporcion armónica de las partes del cuerpo humano (Dorífono de Policleto, con el que se alcanza uno de los "canon" de la belleza ideal del cuerpo humano, según unas proporciones que se consideraban perfectas: el cuerpo había de ser siete veces las dimensiones de la cabeza; relieves del Partenón de Fidias), la tersura de la carne y de la piel, y la elegancia de la quietud o del movimiento. Al final de su desarrollo, durante los reinos helenísticos, los escultores prefirieron captar el dolor de los rostros (Laoconte, El Gálata moribundo), la tensión de los músculos o la gracia de los niños. La pintura apenas dejó testimonios. Conocemos algunos nombres de pintores griegos, pero sus obras no se han conservado. Para saber más o menos como eran, hemos de acudir a a cerámica. La cerámica es el único testimonio por el que podemos conocer la pintura griega. Además, a través de las pinturas sobre cerámica, podemos reconstruir la vida y costumbres, conocer algunos episodios de la historia, rastrear la mitología, adivinar la evolución técnica y atisbar la transición a una época en que el bronce sustituyó en gran medida al barro cocido. Los griegos fueron expertos ceramistas. Crearon unas formas bellas, esbeltas, grandes o pequeñas según el uso para el que fueran destinadas y las decoraron con hermosas pinturas que representaban todo tipo de escenas: del hogar, de los juegos, de los mitos, del trabajo... Estas cerámicas son una fuente histórica que nos proporciona información sobre la vida cotidiana y sobre costumbres y mitos de los griegos. Dos formas de cerámica fueron muy utilizadas por los griegos: el ánfora y la copa: con las primeras transportaban líquidos y si eran para el hogar, solían estar decoradas; con las segundas, en froma de plato, bebían. Al principio pintaban figuras de color negro u oscuro sobre fondo más claro; más tarde, a partir del siglo V a.C y en Atenas sobre todo, prefirieron pintar figuras de tono claro sobre fondos oscuros.

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